He vuelto a prostituirme. El alma no se alquila. Después de tres años, ha vuelto a pasar. Aún quedan unos días. Acabo de darme cuenta. He llegado a casa, me he desvestido, me he recogido el pelo y al ritmo de Orishas, he abierto la botella que no tenía que abrir- sé que a Juan no le importará- después, me he recostado en la alfombra de topos. Cómplice de otras entregas.