¡Qué difícil es decir me voy de casa, ya no te quiero! Cuántos rodeos damos para no decirlo, para no herir a la que ha sido nuestra pareja, nuestro compañero. Algo tan simple, el haber dejado de querer, de amar y tan complejo de asimilar.
Las repescas no suelen salir bien. ¿Alguna vez te has llevado puesto lo que tenías que haber dejado? ¿Todo lo que vuela, a la cazuela? Esos días en los bajo ningún concepto quieres volver sola a casa y necesitas sudar un poco antes de dormir...
Dicen que, la primavera la sangre altera pero parece que el otoño es un tornado sentimental. ¿Algún astrólogo en la sala? ¿Estamos pasando por un cataclismo astral que está provocando que nos volvamos todos locos y arrasemos con lo que está a nuestro alrededor?
Estábamos en una casa con más gente. Un grupo de amigos, como cualquier otro fin de semana. Llegó la hora de la siesta. Pocas cosas son las que perdono y la siesta es uno de los hábitos más sagrados que tengo. Me fui a la habitación y ella me siguió. La cama era muy grande, no había problema.